La Tierra es el escenario sobre el que se escenifica la vida y los seres vivos son los actores de la obra de la naturaleza. En algunas rocas han quedado plasmadas escenas de la vida primitiva, son los fósiles. La fosilización es un proceso que requiere mucho tiempo y unas condiciones muy particulares. Uno de los ejemplos más singulares de ello es el ámbar, resina fosilizada de plantas extintas que vivieron hace millones de años. Algunas de esas plantas dejaron, como prueba de su paso por los ecosistemas terrestres, restos de madera, hojas y el preciado ámbar, un tesoro enigmático cuyos secretos van siendo poco a poco desvelados.
Desde que en Julio de 2008 se hizo público el descubrimiento del Yacimiento Paleontológico de Rábago/El Soplao, se han realizado cuatro excavaciones que han proporcionado gran cantidad de datos. Las investigaciones avanzan a buen ritmo y ya se han publicado varios artículos en revistas científicas que tratan de la geología del yacimiento, de las afinidades botánicas y de la geoquímica del ámbar. Además, ya se han descrito nuevas especies de insectos fosilizados en ámbar.
La primera lleva por nombre Cantabroraphidia marcanoi, en alusión a su origen cántabro, al orden de insectos al que pertenece, Raphidioptera, y ha sido dedicada al Consejero del Gobierno de Cantabria, Francisco Javier López Marcano, quien ha hecho posible que las investigaciones del Yacimiento Paleontológico de ámbar y de todo el entorno geológico de la cueva de El Soplao sean una realidad. La segunda especie publicada es un ejemplar del orden Thysanoptera (trips) que ha recibido el nombre de Tethysthrips hispanicus. Estos nuevos registros del catálogo de la vida son los pioneros de la nómina de especies del Yacimiento Paleontológico de Rábago/El Soplao, que promete ser larga.
La investigación del Yacimiento Paleontológico de Rábago/El Soplao la lleva a cabo un equipo científico formado por especialistas del Instituto Geominero de España, la Universidad de Barcelona, la Universidad de Lyon, la Universidad del País Vasco, el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el Centro de Astrobiología (INTA-CSIC), etc.
Aquí pueden descargarse los trabajos publicados en la prensa científica internacional donde se muestran los resultados de las investigaciones realizadas en el Yacimiento Paleontológico de Rábago/El Soplao.
Los estromatolitos son rocas laminadas que se originan por la actividad de microbios, generalmente cianobacterias (también conocidas como algas cianofíceas). Estos microorganismos inducen la cristalización de carbonato cálcico al realizar la fotosíntesis y, al mismo tiempo, atrapan partículas transportadas por el agua, produciendo la formación de finas capas de carbonato que hace las veces de cemento. Actualmente, la mayoría de los estromatolitos se forman en lagos y fondos marinos. Los estromatolitos fósiles más antiguos que se conocen tienen cerca de 3500 millones de años, y representan la primera evidencia de vida en la Tierra.
En la cueva El Soplao (Cantabria) se ha descubierto recientemente un tipo de estromatolito completamente desconocido hasta ahora. Pero, dado que en las cuevas no hay luz, ¿cómo es posible que los microbios realicen la fotosíntesis, necesaria para poder construir el edificio estromatolítico? La respuesta a esta y otras preguntas se ha publicado recientemente en la prestigiosa revista científica Geology (Rossi et al., 2010*). Este hallazgo es fruto de los trabajos de investigación llevados a cabo en la cueva de El Soplao por miembros del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), de la Universidad Complutense de Madrid y de la Universidad de Melbourne (Australia). Los trabajos se han realizado dentro del convenio para el estudio de la cueva firmado por el IGME, la Consejería de Cultura Turismo y Deporte del Gobierno de Cantabria y la empresa SIEC.
El impecable blanco de las helictitas de El Soplao contrasta fuertemente con el color negro de los recién descubiertos estromatolitos. Esto se debe a que estos estromatolitos están formados principalmente por óxidos de manganeso de color negro, y no por carbonato cálcico como es habitual. Quizás su color oscuro, en un espacio sin luz como es la cueva, sea la razón de que los estromatolitos hayan pasado inadvertidos hasta el momento.
Los estromatolitos de El Soplao se formaron hace más de 1 millón de años en un antiguo río subterráneo. El manganeso disuelto en el agua del río fue aprovechado por un tipo especial de microbios, especializados en oxidar manganeso. Estas bacterias son un tipo de microorganismos conocidos como "extremófilos", ya que están adaptadas a vivir en medios extremadamente hostiles, en este caso por la ausencia total de luz y la escasez de nutrientes. Son organismos "quimiosintéticos" ya que para sintetizar su materia orgánica utilizan una reacción química (la oxidación del manganeso), en lugar de usar la luz como hacen los organismos fotosintéticos.
Los estromatolitos de la Cueva contienen muchos restos de microorganismos que, en muchos casos, se han conservado perfectamente. Esta excepcional conservación se debe al subproducto que se obtiene de la reacción química que da lugar a los organismos, es decir, los minerales de manganeso que se forman en el exterior de la pared celular de cada bacteria. Si la actividad biológica es intensa, la vida sigue rodeando a las bacterias entre las abundantes partículas de óxido de manganeso, conservando así muchos detalles de su pared celular.
El descubrimiento de los estromatolitos de manganeso en la Cueva es un paso adelante en la investigación sobre los microbios extremófilos especializados en la oxidación de manganeso. Asimismo, proporciona indicios para poder entender las condiciones para la formación de los estromatolitos extremadamente primitivos que dieron lugar a la precipitación de hierro y al manganeso conservado en rocas del Eón Proterozoico, con una antigüedad de unos 2 millones de años. Con este descubrimiento se abre una nueva línea de investigación sobre los estromatolitos en un yacimiento que es único en el mundo: la cueva El Soplao.